dilluns, de maig 19

EL CASTING

Culturas (La Vanguardia), miércoles 7 de mayo. Raúl Minchinela

LA PERVERSIÓN DE ÍTACA

Y usted... ¿qué sabe hacer? Si sabe ser gracioso, le colocamos en El rey de la comedia. Si sabe hacer fluir los jugos del deseo, lo suyo ese Supermodelo. si canta, Operación Triunfo; a menos que no tenga pasaporte español, que entonces les orientamos hacia Hijos de Babel. Si simplemente sabe hacérselas valaer por las bravas, definitivamente su lugar está en Gran Hermano. Para todo lo demás, le ponemos en un programa de talentos varios, como Tú sí que vales, o Tienes talento. Dispone de un tiempo limitado. Una vez transcurrido, su interés como material televisivo se autodestruirá... 

Eso es un casting. (...)

El casting moderno consiste en, además, arrancarle lágrimas al dueño de la tienda. No vale con abandonar sumisamente el intento: hay que rentabilizarlo convertido en emociones. 

En el casting actual es muy frecuente, casi obligatorio, interrogar a los candidatos acerca de elementos, fuera de su actuación, que les sacan la sensibilidad a flor de piel. Recordarle a familiares ingresados o recientemente muertos, o invitar a sus hijos a estar presentes en la prueba. E incluso obligarles a modificar su demostración: en el reciente Fama ¡A bailar!, en un giro que superaba la barrera del bochorno, el jurado invitó a una bailarina clásica a bailar con su perrito. La bailarina lo hizo, y con todo fue rechazada. Tomó el reto de forma íntegra y tomó el rechazo con una sobriedad ejemplar: su valor televisivo terminaba donde empezaba su entereza. (...)

(...) Los canales se han dado cuenta de que los telespectadores quieren el casting perpetuo. Es una situación perversa: el espectador sólo quiere ver los previos del programa, per sin programa no hay casting posible. (...)

El nuevo casting es la perversión de Ítaca. La lección clásica en la lectura de la Odisea es lo importante no es llegar, sino el camino. Pero es una lección que siempre hemos entendido desde la perspectiva del viajero. El nuevo casting plantea la frase desde el punto de vista del organizador de viajes. También el destino es menos importante que el proceso, pero el camino es una secuencia de trayectos breves y nunca fulgurantes. Cegados por la Ítaca de la fama, los Ulises caen, uno detrás del otro, y la suma de sus pasos es la odisea de la emoción. El espectador quiere sensaciones, y no desea sentirse culpable conociendo al protagonista. Frente a la cámara de un solo ojo, queremos desconocidos. También Ulises, frente al cíclope, dijo que era nadie.